Calendario escolar España: diferencias entre institutos públicos, concertados

12 November 2025

Views: 7

Calendario escolar España: diferencias entre institutos públicos, concertados y privados

Si alguna vez has intentado cuadrar vacaciones familiares con los días laborables de tus hijos, sabes que el calendario escolar manda. En España, no hay un único calendario escolar nacional, y esa realidad se complica un tanto más cuando entran en juego las diferencias entre colegios públicos, concertados y privados. No es un capricho: la educación está descentralizada, los centros tienen grados distintos de autonomía y las familias buscan proyectos que encajen con su ritmo de vida. La buena nueva es que, con un poco de procedimiento, se puede anticipar casi todo, desde las datas de inicio de curso hasta las recuperaciones de septiembre que ya son historia en muchas comunidades.
Quién decide, de veras, el calendario escolar
El marco general lo fija el Ministerio de Educación, especialmente en lo que afecta a festivos nacionales y a la duración mínima del curso. No obstante, son las comunidades autónomas las que aprueban los calendarios escolares en España todos los años, con los días laborables concretos, los periodos de evaluación y las vacaciones. Ese documento autonómico marca el suelo común para todos los centros sostenidos con fondos públicos, es decir, públicos y concertados.

Los institutos privados juegan con más margen. Aun así, no pueden multiplicar los días lectivos a su antojo ni desentenderse de los festivos nacionales y autonómicos. Generalmente, se adaptan al calendario de su comunidad y lo ajustan en lo que pueden: jornadas de adaptación más prolongadas en Infantil, semanas de proyectos, días de libre disposición repartidos de otra forma o evaluaciones internas con distinto ritmo. Ese margen, bien usado, hace la diferencia entre un trimestre que respira y uno que se hace eterno.
Lo común: una columna vertebral de 175 a 180 días lectivos
Más allí de matices, hay patrones que se repiten un año tras otro. De forma orientativa, el curso laborable se mueve entre ciento setenta y cinco y ciento ochenta días. El primer trimestre arranca a principios de septiembre, con Infantil y Primaria entre la primera y segunda semana, y Secundaria y Bachillerato un poco después. La Navidad corta el ritmo desde antes de Nochebuena hasta tras Reyes. El segundo trimestre va de enero a fines de marzo o principios de abril, con Semana Santa marcando el descanso. El tercero, de abril a fines de mayo o junio, en dependencia de la etapa y de si hay pruebas externas o finales de Bachillerato.

En FP, el calendario escolar España introduce otra capa: las prácticas en empresa (FCT) desplazan el final de curso para una parte del estudiantado. Y si tienes a alguien en 2.º de Bachillerato, vas a saber que la EBAU manda. Las clases terminan ya antes, las evaluaciones se adelantan y la organización familiar se gira para acompañar estudios.
Públicos, concertados y privados: diferencias reales en fechas y ritmos
La pregunta que más oigo a familias que cambian de etapa o de centro es si un concertado o un privado les dará más vacaciones o mejor conciliación. Técnicamente, no hay una brecha enorme en días libres. Las diferencias se aprecian en los bordes: cuándo comienza y termina el curso, cómo se distribuyen las jornadas intensivas, qué hacen con los días de libre disposición y de qué manera organizan los puentes.

En la red pública, el calendario se ajusta con lealtad a lo que dicta la comunidad. Si hay 3 días de libre predisposición, se reparten con criterio pedagógico y de conciliación, a menudo ligados a festivos locales. La jornada intensiva de junio y septiembre es prácticamente un estándar en Primaria: menos horas laborables por el calor y más tiempo para actividades complementarias o comedor abreviado. En ciertos centros, la AMPA organiza ludoteca para salvar el hueco.

Los concertados comparten el mismo marco autonómico, pero suelen apurar sus proyectos. He visto centros que inician clases un par de días ya antes para facilitar adaptación y evaluación diagnóstica, o que concentran los días de libre predisposición cerca de un puente para disminuir al mínimo fragmentaciones. No es una regla universal, depende tanto del titular del centro como del equipo directivo y del ayuntamiento.

En los privados, el margen se nota más en la forma que en el fondo. La diferencia no está solo en el número de días, sino en lo que se hace con ellos. Es frecuente que ofrezcan semanas temáticas entre trimestres, estancias lingüísticas a finales de curso o periodos de “bridge weeks” con talleres cuando las asignaturas troncales ya han cerrado. El curso puede comenzar poco antes, acabar algo después con actividades no evaluables o tener “early release” todos los viernes. Para algunas familias, esa flexibilidad es oro. Para otras, supone costos extra o una logística que no compensa.
Días clave en la práctica: lo que marca el curso
El primer día del curso escolar no es lo mismo para un alumno de tres años que para uno de quince. En Infantil, muchos centros, públicos y privados, programan una adaptación progresiva: entradas escalonadas, horarios reducidos a lo largo de unos días y tutorías exprés con las familias. No aparece en los grandes titulares del calendario, mas cambia la semana por completo.

El tramo navideño trae el primer gran choque. Según la comunidad, las clases paran entre el veinte y veintitres de diciembre, y retornan entre el siete y el nueve de enero. Los colegios privados en ocasiones organizan campamentos los días laborables no laborables, que alivian mucho a quienes no pueden teletrabajar. No es raro que el comedor funcione hasta el último día laborable de diciembre y regrese el primero después de Reyes.

La Semana Santa es la otra bisagra del curso. Algunas comunidades agrupan un par de días más alrededor del festivo, otras son más austeras. En los concertados y privados, la administración de esos márgenes puede introducir actividades deportivas o viajes culturales. Conozco un colegio que aprovecha la semana anterior para su “English Week”, de modo que el regreso no se transforma en un muro de exámenes.

El final de curso cambia por etapa. Primaria acostumbra a cerrar a mediados o finales de junio, con boletines y asambleas rápidas. En la ESO, junio trae evaluaciones finales más compactas, y muchos centros reservan los últimos días laborables para materias pendientes, proyectos o educación vial. En Bachillerato, el calendario se amolda a la EBAU: simulacros a mitad de mayo, cierre de notas ya antes de la convocatoria ordinaria y, si hace falta, margen para la excepcional de julio o septiembre, según comunidad.
¿Quién puede desplazar un día laborable? Autonomías, municipios y centros
Aunque el grueso del calendario viene de las consejerías autonómicas, los municipios tienen voz con las fiestas locales. Ese par de días que en un pueblo se festejan por la patrona y en otro por la feria terminan desplazando puentes y evaluaciones. Los centros también pueden plantear jornadas no lectivas por necesidades de formación del profesorado o proyectos concretos, dentro del cupo de libre disposición que apruebe la administración.

En la práctica, en los calendarios escolares en España hay 3 capas superpuestas: la autonómica, la municipal y la del centro. Si planeas un viaje, examina las tres. Muchas familias confían solo en el documento comunitario de septiembre y descubren en enero que el https://www.buscocampamentos.com/calendario-escolar/castilla-y-leon/leon/ https://www.buscocampamentos.com/calendario-escolar/castilla-y-leon/leon/ instituto ha fijado un día de libre predisposición un viernes clave. La dirección no suele improvisar, mas tampoco puede cerrar todo un año ya antes de escuchar al claustro y al consejo escolar.
Jornadas intensivas, ola de calor y días raros
Setiembre y junio vienen con jornada reducida en una gran parte de Primaria. El horario habitual 9:00-13:00, con comedor hasta las 15:00, alivia a los niños cuando aprieta el calor, mas complica a quienes cuentan con tardes de actividades. En la ESO, la jornada intensiva es menos común, si bien algunos institutos la aplican las últimas semanas de junio si el plan de centro lo permite.

El cambio climático ha metido estruendos en el calendario. En años de calor extremo, múltiples comunidades han emitido instrucciones de ventilación y flexibilidad horaria. No acostumbran a desplazar días laborables de golpe, mas sí permitir ausencia justificada en olas severísimas. Los privados con instalaciones mejor climatizadas llevan ventaja, aunque asimismo sufren en edificios antiguos.

Luego están los días raros. Festivos en miércoles que parten la semana, evaluaciones internas que transforman un viernes en jornada de salidas culturales o municipales que organizan carreras escolares un martes por la mañana. Si tu objetivo es cuadrar vacaciones escolares con teletrabajo, identifica esos días quebrados a principios de trimestre. Dismuyen fricciones familiares y evitan prometer lo que un consejo escolar puede mudar.
Vacaciones de verano: lo que dura, de qué manera se usa
Las datas vacaciones escolares de verano fluctúan bastante. En Primaria, lo normal es cerrar entre el veinte y el 25 de junio. La ESO tiende a acabar unos días antes en términos evaluables, aunque el calendario oficial marque lectivo hasta fin de mes, con tutorías, recuperación de trabajos y entrega de notas. En Bachillerato, el fin real llega en mayo para quien se examina de EBAU en ordinaria, pero el calendario del centro continúa para quienes van a excepcional o participan en actividades de orientación.

Los concertados y privados acostumbran a ocupar el margen de finales de junio con actividades no evaluables: deportes, teatro, competencias digitales. En parte, mantienen su propuesta de valor y en parte responden a una necesidad de conciliación. Nada de esto figura con claridad en los calendarios autonómicos, así que es conveniente preguntar al centro en el tercer mes del año o abril qué plantean para ese tramo.

Y el retorno en el mes de septiembre tiene su propio guion: ciertos privados abren las puertas la última semana de agosto con campamentos de transición, al tiempo que en la pública el primer día de clase lectiva no deja lugar a dudas. Si te mudas de comunidad, no des por sentado que el siete de septiembre es universal; el abanico puede ir del cuatro al doce, según etapa y territorio.
Evaluaciones, recuperaciones y ese rumor de septiembre
Durante años, septiembre fue homónimo de exámenes de restauración. Ese modelo ha cambiado en una buena parte de España. Muchas comunidades han movido la convocatoria excepcional a julio, con la idea de no extender la tensión académica hasta el principio del curso siguiente. Esto impacta en la organización familiar: julio se vuelve mes de repaso y exámenes, agosto de reposo real, y septiembre retoma sin arrastrar pendientes. No todas y cada una de las comunidades lo aplican igual, y algunos centros privados mantienen evaluaciones propias en el mes de septiembre para promociones internas. Si tu hijo está en cuatro.º de ESO o en 2.º de Bachillerato, tenlo en el radar desde el segundo trimestre.
Extraescolares, comedor y transporte: los sigilosos del calendario
El papel del comedor, del transporte y de las actividades extraescolares a menudo pesa más que el propio día lectivo. En públicos y concertados, el comedor se alinea con el calendario autonómico y adopta jornada corta en septiembre y junio, con menús amoldados y salidas ya antes de las 15:00. En privados, es habitual sostener el mismo horario todo el curso o introducir “early lunches” en los meses calurosos.

Las extraescolares asimismo marcan diferencias. Hay centros que las arrancan en el mes de octubre, otros en septiembre, y algunos paran por completo en el último tramo de junio. En la práctica, para muchas familias el verdadero fin de curso llega cuando paran las extraescolares, no cuando lo hace la última clase de Matemáticas.

El transporte escolar prosigue la misma lógica. Si tu centro es concertado con rutas extensas, examina anticipadamente los horarios de septiembre y junio, por el hecho de que rara vez coinciden con los del tronco del curso. Una alteración de 20 minutos desmonta una tarde de reuniones.
Pequeñas resoluciones que evitan grandes dolores de cabeza
Uno se vuelve práctico con los años. La primera vez que intenté cuadrar un viaje de 5 días con dos niños en Primaria, descubrí con 3 semanas de antelación que el colegio había fijado un día de libre predisposición justo en la mitad de nuestro plan. No era grave, pero el seguro del alojamiento no cubría cambios baratos. Desde ese momento, cada septiembre hago tres cosas:
Descargo el calendario autonómico y, cuando el centro publica el suyo, marco en un mismo documento los festivos nacionales, autonómicos, locales y los días de libre disposición del colegio. Pregunto a la tutoría si está previsto algún cambio en jornadas o evaluaciones que aún no figure en el calendario. En ocasiones el claustro está pendiente de confirmar una formación del profesorado en el mes de noviembre o un proyecto municipal. Planifico viajes y campamentos en semanas sin puentes o días quebrados. Pagar un poco más por flexibilidad en billetes compensa si el consejo escolar mueve una data.
Estas 3 rutinas, tan simples, han reducido al mínimo los sobresaltos. No hacen magia, pero sí airean el curso.
Qué mirar según la etapa y el tipo de centro
En Infantil, la adaptación de septiembre pesa más que las vacaciones. Pregunta por la duración de esa fase, porque cambia el horario de toda la familia a lo largo de una o dos semanas. En Primaria, la jornada de junio y septiembre condiciona extraescolares y comedor. En ESO, examina las fechas de evaluación y de la excepcional, especialmente si la comunidad la sostiene en septiembre. En Bachillerato, la EBAU eclipsa todo: simulacros, cierre de notas, calendario de matrícula.

En la pública, el foco está en los días de libre disposición y en las fiestas locales. En la concertada, conviene revisar de qué forma encajan su proyecto pedagógico y sus salidas con los puentes. En la privada, además de esto, mira si hay semanas temáticas, viajes fuera del calendario autonómico o una apertura temprana en agosto con servicios opcionales. Ahí es donde los calendarios escolares en España se vuelven más maleables.
Puentes y ciudades: Madrid no es Bilbao, y Baleares no es Aragón
Las diferencias territoriales no son anecdóticas. Comunidades con ferias patronales fuertes mueven puentes en torno a fiestas locales. En la capital de España, el nueve de noviembre o el quince de mayo pueden abrir huecos inopinados. En Cataluña, el 11 de septiembre y la Castañada influyen en el principio de evaluaciones. En Andalucía, la romería de un ayuntamiento arrastra un viernes no lectivo que no existe en el pueblo de al lado. Si te mudas a lo largo del curso, pide el calendario del municipio además del del centro.

Las islas agregan logística propia. En Baleares o Canarias, ciertos centros evitan viajes largos justo antes de Semana Santa por previsión de meteo o por conexiones, y desplazan actividades intensivas a semanas con mejor mar. No está escrito en ninguna normativa, mas se aprende veloz si preguntas en secretaría.
Cómo leer el calendario para no perderte lo importante
No hace falta memorizar día a día. Lo útil es entender la estructura y los puntos de cambio. Identifica 5 momentos: arranque del curso, Navidad, Semana Santa, evaluaciones finales y cierre de etapa. Alrededor de esas datas se mueven los cambios que afectan a la organización doméstica. Si tu centro es concertado o privado, agrega las semanas propias del proyecto: inmersiones lingüísticas, días de deporte, festivales. Puedes pasar por alto una tutoría, mas no un cambio de jornada que te deje sin margen el jueves que presentas un informe.

He visto familias que planifican a mes vista y otras que se montan un calendario compartido anual en septiembre. Las segundas, por experiencia, viven más tranquilas. Un calendario bien armado evita sorpresas y hace más sostenibles los fines de trimestre, cuando las agendas se llenan de festivales, entregas y, a veces, de fiebre.
Palabras finales de quien ha ajustado mal y asimismo muy bien
El calendario escolar España tiene menos de recio de lo que semeja y más de negociable en los bordes. Públicos y concertados se rigen por el marco autonómico, con pequeños ajustes. Los privados estiran ese margen para darle coherencia a su proyecto. Las diferencias no acostumbran a ser de semanas, sino más bien de días estratégicos, jornadas singulares y servicios complementarios.

Si escoges centro pensando asimismo en logística, pregunta por lo concreto: horas de septiembre, días de libre predisposición, qué sucede la semana tras EBAU, cómo gestionan olas de calor, si hay campamentos en datas vacaciones escolares de Navidad o junio. Cuando esas respuestas encajan con tu realidad, el curso fluye. Y cuando no, cada puente se vuelve una carrera de relevos.

El calendario no lo es todo, pero moldea muchísimas decisiones pequeñas del día a día. Comprender quién lo decide, dónde se encuentran los márgenes y de qué forma los emplean públicos, concertados y privados te deja planificar, ahorrar disgustos y, en ocasiones, aprovechar ese viernes sin clase para hacer algo que los críos recordarán con una sonrisa. Y al final, de eso va la escuela también.

Share